24 OCTUBRE: DÍA DE LA BIBLIOTECA
Hoy celebramos el Día de la biblioteca con este fantástico cartel de Alfonso Zapico y el hermoso pregón El día de la luz del escritor Gonzalo Moure (premio Cervantes Chico 2017) .
Vengo
del desierto del Sáhara, de inaugurar una biblioteca. Está en
Dajla, el más alejado, el más olvidado de los cinco campamentos de
refugiados saharauis. Es la cuarta biblioteca que construimos, y es
preciosa. En el centro hemos plantado árboles, para que los niños y
los jóvenes del Sáhara puedan experimentar el gozo de sentarse a su
sombra a leer un libro. No queremos que esa biblioteca sea ningún
“templo de silencio”, sino más bien un espacio para del sonido,
para el ruido. Una biblioteca que ya es el lugar más hermoso del
campamento. Un espacio para desear ir a buscar lectura, pero también
amistad, sueños compartidos. Incluso amor. Un lugar en el que
enamorarse mirando unos ojos por encima de un libro. Porque al fin y
al cabo, la biblioteca es el lugar en el que se descubre al otro, de
papel o de carne.
En
una película inolvidable, la mejor película de ciencia ficción de
la historia, 2001, una odisea del espacio, aparece un monolito cada
vez que el hombre se dispone a dar un salto cualitativo. Kubrick, su
director, debería haber puesto un libro en su lugar. Porque han sido
los libros los que han marcado el ritmo de los cambios del ser
humano. Porque el libro es el laboratorio del hombre, el lugar en el
que se experimenta con emociones, descubrimientos, utopías,
apuestas. Somos lo que somos porque hemos pensado y escrito sobre
cómo ser y sobre cómo no ser. Y seremos lo que pensemos, lo que
piensen y escriban las próximas generaciones.
Así
que una biblioteca no es solo un lugar en el que invitar a leer, sino
también, o por eso, un lugar en el que invitar a escribir. Las
bibliotecas del siglo XXI son, pueden ser, tienen que ser el
semillero de nuevas novelas, nuevos monolitos, mojones de nuestro
futuro. Si el siglo XX fue sin duda el siglo de la lectura, el siglo
XXI puede llegar a ser el siglo de la escritura, ya lo está siendo.
Por
todo eso construimos bibliotecas en los campamentos del desierto.
Porque no son solo para los saharauis. Las paga nuestra sociedad
civil, mediante socios adultos, y mediante actividades solidarias en
colegios, institutos y bibliotecas. Y los alumnos y lectores que las
sufragan se hacen conscientes de lo extraordinario que es tener una
biblioteca, aprenden a valorar la suya, a defenderla. Cada biblioteca
del desierto tiene detrás a miles de niños, jóvenes y adultos que
la han hecho posible con su pequeño esfuerzo. Sumando. Cada lector
saharaui tiene a su lado a miles de lectores, más conscientes de la
importancia de una biblioteca, porque con su trabajo se ha construido
una, en un clima y un lugar tan hostil.
Piensa
en tu biblioteca. Hubo un día en el que esa biblioteca no existía.
Alguien la soñó, luchó por ella, la llenó de libros y también de
sueños. Hazte del equipo de ese alguien que la hizo posible, lucha
por un mundo en el que no haya un ser humano que no tenga cerca una
biblioteca, o un amoroso bibliobús. Que no haya un solo niño, joven
o adulto, que no roce la mano de una bibliotecaria que le aconseje,
que le oriente en el laberinto. Que es lo mismo que decir que no haya
un solo ser humano conectado a lo que fue, lo que es y lo que será.
En
tu mano hay millones de manos, estrechando la tuya, acompañándote
en el camino. Tiernas o callosas, pequeñas o grandes. En el libro
que te espera en la mesilla de noche o junto al sofá, hay millones
de libros. Ingenuos o complejos, humildes o lujosos. Pero todo
preciosos. Conectados todos por un invisible hilo de plata que une
mano con mano, estantería con estantería, un hilo inacabable y
luminoso. Inacabable, y así sea. Hoy es el Día de la Biblioteca,
que es lo mismo que decir El día de la Luz.
Feliz
día, feliz siglo.
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